Prof. Pablo Fuentealba Castro, académico del Departamento de Química Inorgánica y Analítica:

El laboratorio en la mesa: la Química detrás de los aromas y sabores navideños

La química de los aromas y sabores navideños

Cuando entramos en una cocina durante las fiestas de fin de año, no solo nos envuelven los recuerdos de tradición y familia, sino también un mundo de química en acción. Es, en esencia, un complejo reactor natural donde cientos de moléculas despiertan nuestra atención sensorial. Para nosotros, la Navidad tiene estructuras moleculares definidas.

Los compuestos volátiles (olores) que nos despiertan el apetito y nos traen recuerdos. El "olor a Navidad" es, en realidad, una mezcla de aceites esenciales y compuestos aromáticos volátiles que interactúan con nuestro sistema límbico:

La canela (cinamaldehído): este fenilpropanoide es el responsable del aroma dulce y cálido. En la farmacia, conocemos su potencial como antimicrobiano, pero en la cocina es el alma del ponche y las galletas.

El clavo de olor (Eugenol): un compuesto que los odontólogos y farmacéuticos conocen bien por sus propiedades analgésicas. En la cocina, su estructura fenólica aporta esa nota profunda y picante que define los adobos navideños.

La transformación del jengibre: cuando cocinamos el jengibre, los gingeroles (picantes) se transforman mediante una reacción de condensación en zingerona, que es más dulce y aromática. Es un ejemplo perfecto de cómo el calor modifica el perfil de los sabores.

Vainillina y miristicina: la vainilla debe su aroma característico principalmente a la vainillina, un aldehído fenólico que se libera durante el proceso de curado de la vaina y que aporta dulzor y estabilidad al perfil aromático. Por su parte, la nuez moscada añade complejidad gracias a la miristicina, un compuesto aromático de estructura química fascinante y ampliamente estudiado por sus efectos fisiológicos en dosis elevadas.

En cocina tenemos también el arte de la reacción de Maillard y la caramelización. Si los olores nos atraen, las reacciones en los alimentos nos conquistan:

La reacción de Maillard: es la verdadera "magia" tras el pavo o el jamón horneado, un buen sellado en las carnes, o las cebollas caramelizadas. No es una sola reacción, sino una red compleja donde los grupos amino de las proteínas reaccionan con los azúcares reductores. El resultado son las melanoidinas (responsables del color marrón) y moléculas como las pirazinas, que dan ese aroma "tostado" irresistible.

Caramelización: a diferencia de Maillard, aquí no intervienen proteínas, solo la descomposición térmica de los azúcares. Al superar los 160°C, la sacarosa se descompone en cientos de nuevos compuestos como el diacetilo (sabor a mantequilla) o el hidroximetilfurfural (aroma a caramelo).

Este fin de año los invitamos a observar su cena no solo como comensales, sino como científicos. Cada bocado es un experimento exitoso, y cada aroma es una molécula que nos conecta con la memoria y nos trae el pasado al presente.

¡Que sus reacciones este próximo 2026 tengan un excelente rendimiento y que su felicidad sea una variable de estado constante!

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