Uno de los grandes contaminantes en nuestro país es el aceite de freír. Existe la mala costumbre de muchos chilenos en arrojar el aceite por el lavaplatos, verterlo por la taza del baño o botarlo directamente a una bolsa de basura. Sin embargo, esta simple acción puede tener devastadoras consecuencias en nuestro medio ambiente; 1 Litro de aceite puede llegar a contaminar hasta 40.000 litros de agua.
La Prof. Trofymchuk y la Dra. Werlinger, han estado investigando posibles síntesis de productos de alto valor agregado a partir de contaminantes como el aceite de desecho, y de esta manera evitar daños en el ecosistema acuático, que es principalmente donde llegan a parar estos aceites. Los estudiantes Bastián Tarraff, del programa de doctorado en Química, y Renato Caprile, estudiante del programa de magíster en Química, como también Álvaro Salazar, estudiante de Pregrado, también se han sumado al equipo liderado por ambas investigadoras.
“Si el aceite de desecho es eliminado de manera incorrecta, llegará a los océanos, tal situación es igual de perjudicial como cuando ocurre un derrame de petróleo en el océano, es exactamente lo mismo. El aceite es menos denso que el agua. La mayoría de las personas piensan que el aceite es más denso, pero es más viscoso, por ende, si se arroja aceite al agua este queda arriba generando como una especie de colchón. Lo que va a intervenir impidiendo, por ejemplo, el intercambio gaseoso en el océano. Todos los peces requieren oxígeno, entonces si yo tengo un colchón (aceite) sobre el agua, va a impedir que ese intercambio gaseoso se lleve a cabo de manera correcta, impide también que, por ejemplo, los rayos del sol penetren a través del agua, entonces se van a ver afectados procesos biológicos, como, la fotosíntesis, que también tienen que ocurrir en el ecosistema acuático”, advierte.
Pese a este alarmante diagnóstico, la Dra. Werlinger también ha buscado eventuales soluciones que permitan darle una nueva vida al aceite para que no termine como desecho contaminante. “Nos dimos cuenta de que el aceite de desecho es un contaminante silencioso. Además, a través de diversas reacciones químicas insertamos el CO2, cuyas concentraciones desmesuradas en la atmosfera están directamente relacionadas con el cambio climático. Por ende, con la mezcla de aceite de desecho y dióxido de carbono, logramos generar unos compuestos llamados carbonatos cíclicos para finalmente obtener un producto de alto valor agregado denominado biopoliuretano que vendría siendo un tipo de biopolímero o en otras palabras bioplástico”, sostiene la investigadora Werlinger.
Dentro del grupo de colaboradores destaca la participación de destacados investigadores nacionales e internacionales, como el Dr. Javier Martínez, de la Universidad Austral de Chile (UACh), y el Dr. Agustín Lara Sánchez, de la Universidad de Castilla-La Mancha, Ciudad Real, de España.
Para conocer más sobre este proyecto puedes visitarlos en www.oilpolymeros.cl