.jpg)
El inicio de Quimispectrum se remonta al 28 de agosto de 2024, cuando se realizó la primera convocatoria bajo el nombre de Diversidad Autista. Tan solo eran tres integrantes, hoy son 15. Esta instancia surgió desde el área comunitaria de la Unidad de Psicología de la Dirección de Asuntos Estudiantiles (DAE), con el propósito de crear un espacio seguro donde personas que se sintieran identificadas como parte del espectro autista, con o sin diagnóstico, pudieran compartir sus vivencias, fortalecer lazos y construir comunidad.
Desde sus inicios, el grupo contó con el acompañamiento de Alin Lobos, Renata Jara y Rodrigo Concha. Lo que comenzó como un encuentro íntimo y exploratorio, fue tomando forma hasta convertirse en una comunidad impulsada desde el área comunitaria de la Unidad de Psicología de la Dirección de Asuntos Estudiantiles.
La psicóloga Renata Jara continuó liderando el proceso, guiando al grupo durante todo el año y acompañando su evolución hasta octubre de 2025. Por otro lado, a través de su cuenta de Instagram, la agrupación comparte su calendario de encuentros y mantiene una comunicación activa con quienes desean sumarse a esta comunidad diversa y solidaria.
"Somos todos diferentes, pero hay algo en común que nos une, como si corriera la misma sangre"
.jpg)
Hoy, Quimispectrum representa un espacio donde la diversidad es valorada como una fortaleza. Sus integrantes provienen de distintas carreras y generaciones, pero los une un mismo propósito, crear comunidad desde la diferencia, encontrando en la neurodivergencia una forma de unión, comprensión y crecimiento colectivo.
Dentro de las actividades más significativas destacan los “minutos de desahogo”, espacios creados para compartir experiencias como estudiantes universitarios: desde el estrés académico y la ansiedad por evaluaciones, hasta las alegrías y desafíos del día a día.
A través de estos encuentros, se ha fortalecido la red de apoyo entre los y las participantes, quienes se acompañan, se brindan consejos, comparten materiales de estudio y, sobre todo, se escuchan con empatía.
Uno de los trabajos más significativos es la creación colectiva de un diccionario de términos sobre neurodivergencia, pensado como una herramienta para difundir conocimiento y promover una comunicación más inclusiva.
Mirando hacia el futuro, el grupo busca fortalecer su presencia institucional, generar nuevo material educativo, vincularse con otras agrupaciones universitarias y consolidarse como una agrupación estudiantil autónoma dentro de la Universidad de Chile, ampliando así su alcance y su impacto en la comunidad universitaria.
Voces
Ps. Renata Jara, Unidad de Psicología
“Aunque la agrupación surgió inicialmente desde la Unidad de Psicología, hoy está en camino de consolidarse como una agrupación independiente. Estoy terminando mi acompañamiento, pero seguirán adelante, y eso me alegra muchísimo: ver cómo se ha fortalecido este espacio y cómo ha ido encontrando su propia identidad es, sin duda, lo más significativo de todo el proceso”.
Aralís Naín Ramos Matus, representante de Quimisespectrum
Aralís Naín Ramos Matus, estudiante de Química y Farmacia fue uno de los primeros integrantes en sumarse a Quimispectrum y con el paso de los meses, ha visto cómo la agrupación no solo aumentó en número, sino también en fuerza: “Me ha ayudado a no sentirme tan solo en la universidad. Saber que hay personas como yo, con vivencias parecidas, me da más alegría y me hace sentir menos aislado del mundo”.
Además, Aralís fue el creador del logo de la agrupación. Sobre el proceso creativo, explica que partió encontrando una conexión visual entre el símbolo del infinito, tradicionalmente asociado al autismo, y la estructura del naftaleno, una molécula química de forma similar: “El símbolo del infinito se representa en varios colores, como arcoíris o dorado. Yo escogí el dorado porque quise hacer un juego de palabras con el símbolo del oro: Au. Entonces, Au de autista, Au de oro. Así, el color dorado simboliza que somos personas valiosas, como el oro”.
Egle Bavestrello
Egle llegó a Quimispectrum casi por casualidad, tras ver un post en Instagram: "Vi que estaban haciendo juntas con personas autistas y quedé muy impresionada porque no imaginé que hubiera tantas pe
Sobre su experiencia universitaria, Egle explica que enfrentarse al entorno académico puede ser complejo para una persona autista, sobre todo cuando no se cuentan con adecuaciones sensoriales o de comunicación. Por eso, considera fundamental que se comprenda que las adecuaciones no son un privilegio, sino una necesidad. Otro tema que ha reflexionado junto a la agrupación es el masking, o enmascaramiento social, que consiste en adoptar conductas de personas neurotípicas para encajar o evitar el rechazo.
“Fuera del grupo, me vuelvo otra persona. Intento actuar como alguien neurotípico, y es fome, pero es algo que llevo haciendo hace años”, cuenta. “Sigo muchas normas sociales, incluso me aprendo frases de memoria para no equivocarme”, agrega.
Hoy, su círculo más cercano dentro de la universidad está formado casi por completo por personas que conoció en Quimispectrum: “En realidad, todos mis amigos y amigas de la U están en este grupo”, dice sonriendo. “Encontrarlos fue encontrar mi lugar”, resume.
Benjamín Castillo
Benjamín forma parte de Quimispectrum desde sus inicios. Se unió en 2024, cuando el grupo recién comenzaba a tomar forma y desde entonces ha visto cómo se ha convertido en una verdadera comunidad.
“Saber que hay otras personas con los mismos desafíos sociales y emocionales, que vienen de historias similares, me calma. Me da tranquilidad. Es un espacio seguro”, sostiene.
Para él, ese sentido de pertenencia ha sido lo más valioso. Y cuando se le pregunta qué le diría a alguien que duda en unirse al grupo, responde: “No tengan miedo. Aquí se pueden sentir seguros. No juzgamos a nadie. Cómo es un espectro, en la neurodivergencia cualquiera es bienvenido. Lo único que pedimos es respeto: dar y recibir respeto”.
Isabella Quezada
“Me ha ayudado a entenderme mejor. Saber el porqué de algunas cosas o descubrir que otras personas viven experiencias similares me hace sentir más tranquila”, explica.
Desde que se integró, siente que ha habido un cambio en su manera de verse a sí misma y de relacionarse con los demás: “Ya no estoy todo el tiempo cuestionándome por qué pasa esto o por qué soy así; ahora tengo una referencia, una respuesta, y eso me da calma”.
Diego Gamalier Martínez Cerón
Diego fue diagnosticado con Trastorno del Espectro Autista (TEA) y Trastorno por Déficit Atencional e Hiperactividad (TDAH): “Siempre supe que había algo distinto, que me sentía fuera de lugar muchas veces, pero no podía explicarlo con palabras”, comparte.
“En Quimispectrum sentí algo que no había sentido antes: que encajaba. Es difícil explicarlo, pero es como una sensación familiar. Aunque somos todos diferentes, hay algo en común que nos une, como si corriera la misma sangre. Académicamente nunca tuve problemas, y eso hizo que nadie notara otras cosas que me pasaban. Si uno tiene buenas notas, pareciera que todo está bien. Pero a veces uno necesita más: sentirse acompañado, escuchado, comprendido”, revela. En la agrupación encontró justamente eso. Un lugar donde lo académico y lo emocional pueden coexistir sin competir.
"Si hay un espacio para mí"
.jpg)
Anónimo
Su historia, sin embargo, está marcada por un largo camino de búsqueda personal: “En la enseñanza media lo pasé muy mal, sufrí de bullying, me marginaban, pero en realidad nadie me conocía”, relata. “Eso me hizo perder la confianza en las personas y pensar que tal vez yo era una falla o que no pertenecía a este mundo, pero cuando conocí a las personas de la agrupación y me di cuenta de que sí hay un espacio para mí”, recalca.
Ezra Malgüe
“Lo más importante para mí son los vínculos, una red de apoyo donde hay personas que pueden compartir tus experiencias como persona neurodivergente. Fue extraño, pero muy bonito, tener amigos que realmente compartieran cosas mías, de mi personalidad, de mis gustos. Eso no me había pasado antes”, cuenta.
Ezra explica que durante gran parte de su vida vivió rodeado de personas neurotípicas, lo que lo llevó a hacer masking, es decir, ocultar o modificar su comportamiento natural para encajar socialmente: “Cuando hacía masking era como ponerme una máscara y actuar todo lo contrario de lo que realmente soy. Y lo odiaba”, recuerda.
Dejar de hacerlo fue un proceso tan liberador como desconcertante: “Aquí no tengo que ponerme una máscara. No tengo que fingir nada. Simplemente puedo ser yo. Y eso es algo que no había sentido en mucho tiempo”.
Martín Medina Parra
Aunque no cuenta con un diagnóstico formal dentro del espectro autista, el estudiante de tercer año de Bioquímica narra que a lo largo de su vida distintos profesionales han sugerido esa posibilidad. Sin embargo, eso nunca fue un obstáculo para integrarse al grupo: “Lo que encontré mejor es que en ningún momento me sentí excluido por no tener un diagnóstico ni nada”, dice.
Esa apertura y aceptación, que es parte esencial del espíritu de Quimispectrum, le permitió encontrar un espacio donde ser parte no depende de etiquetas, sino del respeto, la empatía y las ganas de compartir experiencias: “Aquí todos y todas somos escuchados. Da lo mismo si tienes un diagnóstico o no. Lo importante es que te sientas cómodo y acompañado”, resume.
Siempre fui parte
Entender el enmascaramiento como un hábito al que muchas personas neurodivergentes se ven forzadas para adaptarse a un mundo rápido y poco tolerante, es reconocer también la falta de herramientas que existen para su pleno desarrollo.
Quimispectrum nació precisamente para hacer frente a esa carencia. Hoy, con un número creciente de integrantes, la agrupación se consolida como un espacio legítimo y necesario, donde se refuerza una verdad fundamental: siempre han sido parte.
