Herbario SQF, un tesoro patrimonial y biológico en la Facultad de Ciencias Químicas y Farmacéuticas

Herbario SQF, un tesoro patrimonial y biológico en FaCiQyF

El herbario de la entonces Escuela de Química y Farmacia de la Universidad de Chile fue fundado en 1955 a partir de colecciones de Federico Johow guardadas en un herbario de la Escuela de Medicina de la misma Universidad. El primer director del herbario fue el profesor de Botánica Juan Ibáñez Gómez; el que fue sucedido por el profesor Hugo Gunckel Luer, una eminencia entre los naturalistas chilenos, y gran colector de plantas. Gunckel montó las plantas en cartulinas e identificó aquellas que no tenían nombres. El herbario alcanzó entonces unos 11.500 especímenes. En 1968 la dirección del herbario fue tomada por Luisa E. Navas, quien se desempeñó en el cargo hasta 1982, fecha en que el herbario alcanzó unos 16.000 ejemplares. Posteriormente han trabajado en el herbario Ida Latorre, R. Peña y Carla Delporte. El número actual de especímenes conservados es de unos 22.000.

Las colecciones más antiguas conservadas en el herbario datan de fines del siglo XIX. La mayor parte de ellas corresponden a los periodos de H. Gunckel y L.E. Navas, donde la actividad de colección e incremento fue la más intensa. En la colección se guardan las plantas herborizadas por botánicos eminentes de nuestro país como V. M. Baeza, F. Behn, F. Johow, H. Gunckel, C. Jiles, J. Ibáñez, y L.E. Navas.

En el herbario se guardan muchos ejemplares que sirvieron de respaldo de varias tesis sobre flora de la Región Metropolitana, en particular sobre la flora actualmente histórica del cerro San Cristóbal, las quebradas de Peñalolén y Macul, y la laguna de Batuco. Todo ese material sirvió para la creación del trabajo monumental “Flora de la cuenca de Santiago” en tres volúmenes de L. E. Navas (1975-1970); la conservación de ese material de referencia es muy importante para los actuales y futuros sistemáticos, taxónomos y floristas para poder observar en directo las plantas que sirvieron de apoyo a la construcción de la obra.

Otro aspecto de mucha importancia es que en el herbario se conservan los ejemplares que han servido de testigo para numerosos proyectos de investigación y tesis de los que han resultado un importante número de publicaciones científicas. Por regla, en cada artículo se citan ejemplares que han sido depositados en algún herbario como testigo en el futuro de la especie con que se trabajó, eso para que los/as investigadores/as puedan tener una referencia material permanente considerando eventuales cambios en la nomenclatura de las especies que puedan dejar dudas respecto de la especie con que realmente se trabajó. 

El herbario se encuentra inscrito en el Index Herbariorum, una institución que lleva el registro de los herbarios que tienen la categoría de oficiales y reconocidos para la red de préstamos y de traspaso de información a nivel global. El acrónimo del herbario es SQF.

Como resultado de muchas campañas de colección y de numerosos proyectos de investigación, en el herbario existen una cantidad importante de ejemplares de especies nativas que se utilizan como plantas medicinales; material de referencia importante para el trabajo de identificación de especies por parte de alumnos y especialistas de la Facultad.

Cabe señalar que el herbario SQF tiene publicadas 3.712 colecciones en la base de datos Global Biodiversity Information Facility (GBIF) y es el herbario, de la Universidad de Chile, más citado en dicha plataforma. Actualmente se está trabajando en aumentar los registros a 7.910. Es decir, alrededor de 4.200 nuevos registros serán subidos a la plataforma y quedarán de libre acceso hacia la comunidad.

El equipo del herbario SQF está conformado por las profesoras Raquel Bridi, Gabriela Valenzuela y la profesional de apoyo Scarlett Norambuena, todas del Departamento de Química Farmacológica y Toxicológica.

Proceso de conservación

Las plantas que están en los herbarios no se conservan con ningún tipo de químico. Únicamente se colectan en terreno, y luego se prensan de manera manual entre diarios y cartones, y se espera que haya una rápida deshidratación. Con esto, se conservan todas sus partes morfológicas que las definen, incluso los colores y/o olores en algunos casos, por cientos de años, explica Scarlett Norambuena.

“Luego de este proceso, se inicia una etapa de desinfección para eliminar cualquier insecto que pueda venir en las muestras (larvas y/o adultos). Para ello se introducen en un refrigerador a baja temperatura, idealmente -30°C, por un par de semanas”, complementa.

Finalmente, se montan en los cartones que vieron y son guardadas de acuerdo con su taxonomía y grado de parentesco que tengan con otras especies.

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