Las estadísticas son claras: las enfermedades cardiovasculares son las más prevalentes en Chile y a nivel mundial. En 2024, fallecieron 120.369 personas en nuestro país, de las cuales 31.614 fue a causa de enfermedades cardiovasculares. Específicamente, 7.311 fallecieron a causa de un infarto agudo del miocardio (también conocido informalmente, como ataque al corazón).
1) ¿Qué es el infarto del miocardio y cuáles son los factores de riesgo?
El corazón es un órgano muscular, cuya función es bombear la sangre en el organismo, la que a su vez transporta oxígeno y nutrientes a los tejidos, así como también permite remover productos de desecho. Así como el corazón permite la distribución de oxígeno y nutrientes a otros tejidos, este órgano también requiere ser irrigado con sangre para funcionar. Cuando una arteria coronaria (que son las que suministran sangre al corazón) se obstruye a causa de un trombo, se impide la llegada del oxígeno y nutrientes necesarios para el funcionamiento del miocardio. Si esta obstrucción se prolonga en el tiempo, la zona del tejido cardiaco que no recibe el flujo sanguíneo se daña y eventualmente, muere.
Los principales factores de riesgo son el consumo de tabaco, niveles alterados de lípidos en sangre, obesidad, estrés, diabetes mellitus e hipertensión arterial.
2) ¿Cuáles son los síntomas?
El principal síntoma es el dolor torácico (también conocido, como angina de pecho). Este dolor es más bien opresivo, puede durar alrededor de 15 a 20 minutos, ser de intensidad variable e irradiarse al cuello, mandíbula, hombros y brazos. Si bien el dolor en el pecho es el síntoma más prevalente, cabe señalar que las mujeres pueden experimentar otros síntomas más inespecíficos, como dificultad para respirar, náuseas/vómitos y dolor de espalda o mandíbula.
3) ¿Qué tratamientos existen?
Cuando una arteria coronaria se obstruye, lo que urge hacer es restablecer el flujo sanguíneo al tejido cardiaco. Esto se puede lograr mediante el uso de fármacos fibrinolíticos, que pueden “disolver” el trombo que obstruye la arteria o mediante la instalación de un stent, que es una pequeña malla metálica que permite mantener abierta la arteria obstruida. En algunos casos, se requiere realizar una cirugía para desviar la arteria ocluída utilizando un vaso sano de otra parte del cuerpo (esto se conoce como bypass coronario).
Con una finalidad preventiva, también se administran antiagregantes y anticoagulantes para impedir la formación de nuevos trombos y por otra parte, el uso de fármacos antagonistas de los receptores β-adrenérgicos permite reducir la demanda de oxígeno del tejido cardiaco. Además, el uso de estatinas permite normalizar los niveles de lípidos sanguíneos, lo cual es un aspecto central en la prevención del infarto cardiaco. Es importante destacar que el uso de esta farmacología ha reducido significativamente la mortalidad por infarto cardiaco en las últimas décadas, a pesar de que esta enfermedad continúe siendo altamente prevalente.
Finalmente, los cambios en el estilo de vida son cruciales para el manejo y prevención del infarto cardiaco a largo plazo.
4) ¿Qué avances existen en los tratamientos del infarto del miocardio?
Desde el punto de vista de la investigación científica, es importante señalar que en 1971, el Dr. Eugene Braunwald y su grupo de investigación estableció por primera vez, que era posible proteger el corazón frente al infarto del miocardio. Inicialmente se pensaba que al ocurrir un infarto, el tejido cardiaco moría de forma instantanea, pero fue el estudio del Dr. Braunwald el que permitió comprender que en lugar de ser un acto inmediato, el infarto cardiaco es un proceso y es posible intervenir de forma oportuna, para preservar la viabilidad del músculo cardiaco.
En el año 1986, se publicó un estudio que demostró que al realizar breves ciclos de oclusión de la arteria coronaria, antes de una oclusión de larga duración, se genera una protección sólida y robusta del corazón. Este fenómeno se conoce como precondicionamiento isquémico y ha dado paso a casi cuatro décadas de investigación científica preclínica y clínica. Sin embargo, a pesar de que esta estrategia de condicionamiento isquémico ha demostrado proteger del infarto no solo a nivel experimental, sino que también en pacientes, no se ha observado un efecto significativo en ensayos clínicos a gran escala. Por lo tanto, actualmente este campo de investigación, conocido como Cardioprotección, se dedica a estudiar nuevas y mejores terapias que permitan proteger el corazón del infarto cardiaco de forma eficaz en un contexto clínico.
En dicho contexto, actualmente se busca estudiar el efecto de terapias combinadas de dos o más agentes terapéuticos con distintos mecanismos de acción, con el fin de garantizar una protección eficaz en pacientes que padecen infarto del miocardio.
Un caso que llama la atención es el de fármacos inhibidores del transportador de sodio/glucosa 2 (SGLT2i). Al respecto, estos fármacos, que se usan como antidiabéticos, no solo han demostrado ser muy eficaces para el tratamiento de la insuficiencia cardiaca, sino que también han mostrado efectos protectores a nivel preclínico en infarto del miocardio. Interesantemente, se desconoce el mecanismo, a través del cual reducen el daño por infarto, pero sí se ha establecido que este efecto está asociado a su uso crónico, más que a la administración aguda al momento del infarto experimental. Si bien existe evidencia clínica que sugiere efectos beneficiosos en infarto cardiaco, estos aún son hallazgos que se encuentran en desarrollo.
Por otra parte, es importante mencionar que no solo se han perfeccionado las potenciales estrategias terapéuticas para limitar el daño generado en el miocardio, a consecuencia del infarto, la falta de resultados positivos en clínica también han evidenciado la necesidad de mejorar la calidad y diseño de los estudios preclínicos, que son los que entregan la evidencia que sustenta la proyección del uso de nuevas terapias en pacientes. Al respecto, se han mejorado los modelos experimentales para reflejar mejor la presencia de comorbilidades y comedicaciones. Recientemente, se publicaron los hallazgos de un estudio multicéntrico, aleatorizado y controlado sobre el efecto del preacondicionamiento isquémico en el infarto agudo de miocardio a nivel preclínico, lo que sin duda es un avance en la rigurosidad y reproducibilidad de estas investigaciones, con el fin de obtener resultados que realmente se puedan trasladar desde el laboratorio hacia la clínica.
5) ¿Qué importancia tiene la prevención?
Sin lugar a duda, la prevención es el escenario ideal. Hay factores de riesgo que son controlables, como el consumo de tabaco. El cambio en el estilo de vida, tanto en la práctica de ejercicio, como en el consumo de dietas saludables, marcan una diferencia fundamental en el riesgo de padecer un infarto. Asimismo, muchas veces el desarrollo de las enfermedades cardiovasculares ocurre de forma silenciosa. En este sentido, los controles médicos periódicos son esenciales en el esfuerzo preventivo, ya que permiten no solo detectar de forma oportuna el desarrollo de la enfermedad que tiene como consecuencia el infarto del miocardio, sino también identificar precozmente factores de riesgo como hipertensión, diabetes, dislipidemias u obesidad. La detección temprana mediante exámenes simples como la medición de presión arterial, glicemia o colesterol, es una de las estrategias más efectivas para reducir complicaciones y salvar vidas.
Según la Organización Mundial de la Salud, es importante considerar que la prevención se da en distintos niveles. Por un lado está la prevención primaria, dirigida principalmente a personas con alto riesgo cardiovascular pero que aún no desarrollan una enfermedad, con el objetivo de evitar la aparición de esta a través de un estilo de vida saludable, manteniendo una alimentación sana y ejercicio regular, y también tenemos la prevención secundaria, dirigida a personas con una enfermedad cardiovascular establecida, con el objetivo de reducir la probabilidad de un nuevo evento mediante tratamientos farmacológicos, siendo fundamental la adherencia a estas, además de cambios sostenidos en el estilo de vida.
Para hacer esta prevención más efectiva se recomienda seguir algunos hábitos clave: consumir una dieta rica en alimentos frescos, integrar al menos 150 minutos de actividad física moderada a la semana, mantener un peso adecuado, evitar el tabaco y el consumo de alcohol. Además, garantizar entornos adecuados como espacios activos y seguros, acceso a servicios de salud, de forma que estas prácticas tengan un impacto duradero. Cuidar el corazón no solo es una responsabilidad individual sino también un compromiso colectivo.
6) ¿Cómo aporta el Laboratorio de Farmacoterapia Cardiovascular al avance en terapias para el tratamiento del infarto del miocardio?
Como se mencionó anteriormente, las enfermedades cardiovasculares representan una de las principales causas de enfermedad y muerte en la población chilena y en el mundo, lo que motiva a nuestro laboratorio a contribuir al desarrollo de nuevas terapias. Actualmente, nuestro trabajo se centra en comprender los mecanismos mediante los cuales ciertos fármacos, que han demostrado reducir el riesgo de infarto en pacientes obesos, y agentes cardioprotectores, usados de forma individual o combinada, protegen al corazón frente a un infarto. Además, nos encontramos evaluando el efecto cadioprotector de terapias combinadas, con el objetivo de obtener un aumento en su eficacia terapéutica. La profundización en estos aspectos permitirá identificar potenciales nuevos blancos terapéuticos y diseñar estrategias más eficaces para prevenir el infarto o mejorar el pronóstico de quienes lo padecen.