Este importante hito responde al cumplimiento de la Ley N° 21.156 y su reglamento (Decreto N° 56), que en su artículo 3, letra e), establece la obligación de contar con “Desfibriladores Externos Automáticos” (DEA) en instituciones educativas de nivel básico, medio y superior con una matrícula anual igual o superior a 500 estudiantes.
Sin embargo, más allá de lo legal, esta medida nace de una convicción profunda: estos equipos salvan vidas. El proceso ha sido liderado desde sus inicios por la administradora de Campus y profesional experta en prevención de riesgos, Pía Navalón, quien impulsó la adquisición del primer DEA incluso antes de que existiera una reglamentación clara. La instalación actual es el resultado de aprendizajes, inversión sostenida y un firme compromiso institucional.
Hoy, gracias al respaldo técnico de profesionales de la Facultad y la colaboración de las unidades de infraestructura, seguridad y prevención de riesgos, se realizó un mapeo estratégico que garantiza cobertura efectiva entre los edificios Luis Núñez, Luis Ceruti y Profesores Eméritos (EPE), respetando la distancia máxima establecida por la normativa. Cada DEA se encuentra dentro de un gabinete blanco debidamente señalizado, de libre acceso, con sistema de alarma visual y sonora, y un completo kit de resucitación.
“El desfibrilador es un equipo inteligente: evalúa a la persona y decide si aplicar o no una descarga. No hay que temerle. No va a actuar si no es necesario. Lo más importante es actuar con rapidez, perder el miedo y saber que este dispositivo te guía paso a paso. Literalmente, te habla en español y te dice qué hacer”, explica Pía.
La capacitación ha sido clave. Diez personas ya han recibido formación teórica, y se proyecta avanzar hacia una certificación práctica validada cada dos años, tal como lo exige la ley. Mientras tanto, se han distribuido cápsulas audiovisuales entre equipos directivos e integrantes del personal de colaboración para familiarizar a toda la comunidad con el uso de los DEA.
Finalmente, este proceso ha sido posible gracias a un compromiso colectivo. La instalación de los gabinetes fue realizada por el personal de la Administración de Facultad, y agrupaciones estudiantiles han colaborado activamente en la difusión y sensibilización sobre el uso del DEA, contribuyendo a generar una verdadera cultura preventiva y de cuidado mutuo.
El desafío continúa, pero hoy, gracias a este esfuerzo sostenido, nuestra Facultad avanza hacia un entorno más seguro, más preparado y más humano. Un lugar donde, en caso de emergencia, cada segundo cuenta y cada persona puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.
Invitamos a toda la comunidad a informarse, reconocer la ubicación de estos equipos y sumarse a este compromiso por la vida.