Columna de opinión

Uso racional de medicamentos: un compromiso con nuestra salud y futuro

Uso racional de medicamentos: un compromiso con nuestra salud y futuro

¿Por qué es importante conmemorar este día?

La Organización Mundial de la Salud (OMS) nos  entregó hace ya casi cuatro décadas una definición clara: el uso racional implica que el paciente reciba el medicamento adecuado a su necesidad clínica, en la dosis precisa, por el tiempo necesario y al menor costo posible. Conmemorar este día es recordar que cuando nos desviamos de esta premisa, las consecuencias son graves. Hablamos de la aparición de reacciones adversas que pueden ser severas, del fracaso de tratamientos, del desperdicio de valiosos recursos sanitarios y, quizás lo más alarmante, del fomento de la resistencia a los antimicrobianos (RAM). Cada vez que se usa un antibiótico de forma innecesaria o incorrecta, contribuimos a que las bacterias se hagan más fuertes, dejándonos sin defensas para futuras infecciones. Esta es una crisis de salud pública global que ya está entre nosotros y que amenaza con devolvernos a una era pre-antibiótica.

Los grandes desafíos que observamos en Chile

Desde la academia y en la práctica profesional, observamos con preocupación tres grandes problemas en nuestro país:

  1. La automedicación como norma: Existe una cultura peligrosamente arraigada de recurrir al botiquín familiar sin un diagnóstico profesional. Se consumen analgésicos, antiinflamatorios y antihistamínicos con una liviandad que asusta, ignorando que incluso los medicamentos de venta libre no son inocuos y pueden ocultar síntomas de enfermedades graves, retrasando su diagnóstico y tratamiento oportuno.
  2. La polifarmacia, especialmente en el adulto mayor: Nuestra población envejece, y con ello aumenta el número de personas con múltiples enfermedades crónicas. Esto a menudo se traduce en el uso de cinco o más fármacos simultáneamente, un fenómeno conocido como polifarmacia. Sin una supervisión y seguimiento adecuados por parte de un equipo de salud, donde el químico farmacéutico juega un rol clave, el riesgo de interacciones peligrosas y reacciones adversas se multiplica.
  3. Baja percepción del riesgo: La población general tiende a subestimar los peligros asociados a los medicamentos. Se perciben como bienes de consumo y no como lo que realmente son: tecnologías sanitarias complejas que requieren de indicación, supervisión y seguimiento profesional.
Automedicación: un riesgo latente y subestimado

La automedicación es, sin duda, uno de los motores del uso irracional. El principal riesgo es el diagnóstico incorrecto. Un dolor de cabeza persistente puede ser una simple cefalea tensional, pero también el síntoma de una patología neurológica grave. Aliviarlo con un analgésico de venta libre puede darnos una falsa sensación de seguridad mientras la enfermedad subyacente progresa. Además, la automedicación conlleva el riesgo de elegir un medicamento inadecuado, utilizar una dosis incorrecta, sufrir efectos adversos inesperados o provocar interacciones con otros fármacos que el paciente ya esté utilizando para condiciones crónicas.

Estrategias prioritarias para un uso más responsable

Promover un cambio cultural requiere de un esfuerzo coordinado y multifactorial. Las acciones prioritarias deben centrarse en:

  1. Educación Sanitaria a la Comunidad: Es fundamental empoderar a los ciudadanos con información clara y veraz. Campañas comunicacionales masivas sobre los riesgos de la automedicación y la importancia de consultar al médico y al químico farmacéutico son esenciales.
  2. Fortalecer el rol del Químico Farmacéutico: Debemos consolidar la presencia y el rol del químico farmacéutico en todos los niveles del sistema de salud, especialmente en la Atención Primaria (APS). Su intervención en el seguimiento farmacoterapéutico de pacientes crónicos ha demostrado ser altamente efectiva para mejorar la adherencia y prevenir problemas asociados a la medicación.
  3. Fiscalización y Regulación: Es crucial reforzar la fiscalización para que la venta de medicamentos con receta se cumpla de manera estricta y avanzar en políticas que desincentiven la publicidad de medicamentos dirigida al público general.
  4. Implementación efectiva de planes nacionales: El Plan Nacional contra la Resistencia a los Antimicrobianos es una hoja de ruta valiosa. Su éxito depende de la asignación de recursos y del compromiso de todos los actores, desde los profesionales de la salud hasta el sector agropecuario.
El desafío digital: IA, automedicación y el nuevo rol educador del químico farmacéutico

A los desafíos ya mencionados, se suma una nueva y poderosa variable: la masificación de la Inteligencia Artificial (IA) de acceso libre. Hoy, cualquier persona con un smartphone puede consultar a un chatbot sobre sus síntomas y recibir una recomendación en segundos. Esta facilidad de acceso, amparada en una falsa sensación de "privacidad" y anonimato, amenaza con potenciar la automedicación a niveles nunca antes vistos. La consulta a una IA puede parecer más sencilla y menos intimidante que acudir a una farmacia o a un centro de salud.

Los peligros de esta "automedicación digital" son inmensos. Las respuestas de una IA, aunque parezcan coherentes, carecen del juicio clínico indispensable. No conocen el historial médico del paciente, sus otras condiciones, los medicamentos que ya consume, sus alergias ni su contexto de vida. Un consejo generado por un algoritmo puede ser genérico, desactualizado o, en el peor de los casos, peligrosamente incorrecto, omitiendo señales de alerta que un profesional sí detectaría.

Frente a esta realidad ineludible, el rol del Químico Farmacéutico debe evolucionar. No podemos ser ciegos a estas tecnologías; debemos posicionarnos como educadores y curadores de la información en la era digital. Nuestra labor ya no se limita a la dispensación informada en el mesón, sino que se expande a:

  • Enseñar a discernir: Debemos educar activamente a la comunidad sobre cómo evaluar críticamente la información de salud que encuentran en internet y en plataformas de IA. Esto implica enseñar a identificar fuentes confiables y a comprender las limitaciones inherentes de estas herramientas.
  • Validar y recomendar herramientas digitales seguras: En lugar de prohibir, debemos guiar. Podemos evaluar y recomendar aplicaciones móviles de calidad que ayuden a los pacientes a gestionar sus tratamientos (recordatorios, registros de síntomas), siempre y cuando provengan de fuentes acreditadas y no reemplacen el consejo profesional.
  • Ser el "traductor" humano indispensable: Debemos invitar a los pacientes a compartir la información que han obtenido de la IA. Nuestro rol es analizarla, contextualizarla, corregirla y complementarla con nuestro conocimiento clínico, transformando un dato potencialmente peligroso en una oportunidad de educación para la salud.

El Químico Farmacéutico del siglo XXI es el profesional que se interpone entre el torrente de información digital y el paciente, aportando el criterio, la empatía y la responsabilidad que ninguna inteligencia artificial podrá jamás sustituir.

El rol insustituible de la Universidad

Desde la Universidad de Chile, nuestra responsabilidad es doble. Primero, tenemos el deber de formar a las nuevas generaciones de profesionales de la salud con un profundo sentido de la ética y un sólido conocimiento científico, centrado en la seguridad del paciente. El perfil de egreso de nuestros químicos farmacéuticos está diseñado para que sean expertos en el medicamento, capaces de integrarse a equipos de salud y optimizar la farmacoterapia, siendo agentes activos en la promoción del URM, incluyendo las nuevas competencias para la alfabetización digital en salud.

Segundo, como universidad pública, tenemos un compromiso ineludible con la educación de la ciudadanía. A través de proyectos de extensión, investigación aplicada que responda a las necesidades del país y la participación de nuestros académicos en el debate público, contribuimos a generar y diseminar conocimiento confiable. Las universidades son el motor del pensamiento crítico, y en el ámbito de la salud, esto se traduce en promover una ciudadanía más informada, consciente y responsable con su propio bienestar.

Así el Día Internacional del Uso Racional de Medicamentos nos insta a actuar. Como ciudadanos, la invitación es a ser más prudentes y a valorar el consejo profesional por sobre el algoritmo. Como profesionales y académicos, nuestro compromiso es seguir trabajando incansablemente para que cada paciente en Chile reciba el tratamiento que necesita, de la forma más segura y eficaz posible. La salud es un bien demasiado preciado como para dejarla en manos del azar, la desinformación o una inteligencia artificial sin supervisión.

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